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in Boletín de Filología
La codificación de lo pluriverbal en la serie textual del gramático venezolano Baldomero Rivodó (1821-1915)
Resumen:
El venezolano Baldomero Rivodó es autor de una serie textual gramatical conformada por las dos ediciones de su Tratado de los compuestos castellanos (Caracas, 1878, y París, 1883) y una colección de Entretenimientos gramaticales: colección de tratados y opúsculos sobre diferentes puntos relativos al idioma castellano (París, 1890-1902). Frente a una tradición gramatical centrada en la unidad palabra, en estas obras se plantea de forma progresiva un marco propicio para la gramatización, dentro de la tradición de la formación de palabras, de las expresiones pluriverbales o fraseológicas, particularmente las de índole nominal. La obra de Rivodó encarna el sincretismo entre una tradición gramatical canónica hispánica (representada por la RAE, Salvá o Bello) y las nuevas ideas originadas en Francia (el logicismo y la perspectiva sintáctica representada por Darmesteter), solo posible en un espacio libre de constreñimientos teóricos como era el americano. Rivodó se sirve del concepto clásico de yuxtaposición para superar los límites tradicionales de la palabra en el ámbito de las categorías léxicas. En este trabajo analizamos la audaz contribución de este autor a la formación, lenta y continuada, de una teoría morfológica que da cabida a todo lo pluriverbal.
1. INTRODUCCIÓN: DOS TRADICIONES TEÓRICAS ANTE LOS COMPUESTOS 2
Nota de autor 1
Nota de título 2
Las formaciones nominales pluriverbales cuyos componentes están separados en la escritura —tales como buque escuela, oso hormiguero, ojo de buey o cepillo de dientes— han sido objeto de descripción de diversas disciplinas, pero especialmente de dos, la morfología léxica (en particular, el apartado o subdisciplina de la formación de palabras) y la fraseología, las cuales representan acercamientos muy distintos —e incluso opuestos, si se observan históricamente— al mismo fenómeno (Montoro del Arco 2017).
1.1. Desde la morfología estas unidades han sido categorizadas a partir de la noción de composición. Con el término compuesto se identificaron primariamente unidades complejas cuyos formantes léxicos están unidos gráficamente (lexías compuestas para Pottier, 1975; compuestos yuxtapuestos para Alvar, 1994 y Almela Pérez, 1999; compuestos ortográficos o léxicos para Varela 2005) y que por tanto tienen “forma de palabra” 3 , mientras que las secuencias separadas en la escritura —al menos hasta comienzos del siglo XX— o bien no se mencionaban, o bien no se distinguían como categoría específica (sino que se subsumían en la del compuesto), o bien quedaban arrinconadas en los tratados como meras excepciones. Un ejemplo lo encontramos en la célebre Gramática (1847) de Andrés Bello, cuyo breve apartado dedicado a la composición no se hace eco de las unidades separadas en la escritura:
Al contrario, aquellas en que aparecen dos o más palabras que se usan fuera de composición, ya sea que se altere la forma de alguna de las palabras concurrentes, de todas ellas o de ninguna, se llaman compuestas. Así, el sustantivo tornaboda se compone del verbo torna y el sustantivo boda; el sustantivo vaivén del verbo va, la conjunción y y el verbo viene; el adjetivo pelirrubio del sustantivo pelo y el adjetivo rubio (que en el compuesto se escribe con rr para conservar el sonido de r inicial); el adjetivo alicorto del sustantivo ala y el adjetivo corto; el verbo bendigo del adverbio bien y el verbo digo; el verbo sobrepongo de la preposición sobre y el verbo pongo; los adverbios buenamente, malamente, doctamente, torpemente, de los adjetivos buena, mala, docta, torpe y el sustantivo mente, que toma en tales compuestos la significación de manera o forma (Bello 1847: 39).
Con el tiempo, la teoría morfológica fue integrando paulatinamente los distintos tipos de unidades con componentes separados en la escritura (por citar algunos ejemplos: hombre rana, llave inglesa, guardia civil, palabra de honor, orden del día, etc.), las cuales, aunque no presentan la misma cohesión formal que los compuestos unidos, sí comparten con estos un modo de significar y un comportamiento gramatical que los aleja en algún punto de los sintagmas libres 4 .
Este tipo de formaciones se terminaría incluyendo en la descripción morfológica del español en parte porque, por las características tipológicas de esta lengua 5 , representan un patrón demasiado productivo como para ocupar un espacio tan marginal. Con gran sentido crítico, Almela Pérez reflexionó hace unos años justamente sobre esta encrucijada teórica:
En la admisión de los conceptos y de los términos relativos a la composición hay que ser conscientes de que nos encontramos ante un círculo vicioso. ¿Definimos lo que es la composición y después tratamos de hallar los ejemplares que se adecuen a esa definición? ¿Aceptamos las palabras compuestas tal y como nos las encontramos en la tradición y después tratamos de definirlas? Si seguimos el primer camino se corre el peligro de dejar fuera diversos grupos de compuestos, que no cabrían en una consideración teórica estricta; si seguimos el segundo camino el riesgo que corremos es el de deshacer el papel rector de las nociones (Almela Pérez 1999: 129).
En efecto, el camino preferentemente seguido por los morfólogos en el siglo XX fue el que menciona en segundo lugar este autor, de modo que se amplió la noción rectora de composición a través del concepto de compuesto sintagmático (Bustos Gisbert 1986) o sintáctico (Val Álvaro 1999) 6 . En estas denominaciones se refleja el metalenguaje de la excepción (Zamorano Aguilar 2010) propio de este proceder, por cuanto presupone la existencia de una unidad básica y “legítima” (el compuesto “propio”, “estricto”) que se opone a unidades marcadas o periféricas que no se ajustan exactamente
al prototipo 7 : algunos términos utilizados posteriormente, como la oposición entre “compuestos léxicos prototípicos” frente a “imperfectos” de Val Álvaro (1999 : 4761), confirman esta posición secundaria de lo pluriverbal para la
morfología.
1.2. La disciplina de la fraseología, por su parte, se consolidó durante la segunda mitad del siglo XX ocupándose justamente de las unidades pluriverbales separadas en la escritura, las cuales habían sido excepcionales en unos moldes gramaticales creados en torno a las unidades con forma de palabra. Aunque en las gramáticas de la tradición se fueron recogiendo,
progresivamente y de forma tentativa, las locuciones adverbiales, conjuntivas y prepositivas al lado de sus categorías verbales raíces, esto es, adverbios, conjunciones y preposiciones (Bargalló y Ginebra 2002; Montoro del Arco 2002, 2004a; Gómez Asencio 2003, 2004), fue con Casares (1950) cuando se extendió definitivamente la dualidad palabra / locución a todas las categorías (Montoro del Arco 2004b): así es como se alumbra, tardíamente, la llamada locución nominal o sustantiva.
La teorización posterior sobre las unidades fraseológicas, aun teniendo en cuenta en principio las categorías de Casares, en realidad construyó implícitamente el prototipo de locución en torno a dos de ellas, que eran más frecuentes o llamativas y cumplían de forma óptima con las pretendidas cualidades básicas de pluriverbalidad, fijación formal e idiomaticidad: una
muy presente en la tradición gramatical, la de la locución adverbial, y otra de formulación más reciente, la de locución verbal. El resto de los tipos locucionales, especialmente aquellos que tenían reflejo residual en el marco de la gramática —como las locuciones prepositivas y conjuntivas (Montoro del Arco 2006b) o las pronominales (Montoro del Arco 2013, 2022)—,
continuaron ocupando un lugar marginal, pero esta vez también en el ámbito fraseológico; y también quedaron en la periferia unidades que, de algún modo, estaban ya presentes en la gramática (a través de la composición),como era el caso de las locuciones nominales.
En definitiva, puede afirmarse que las locuciones nominales tampoco han llegado nunca a ser centrales en la descripción fraseológica, de modo que, más bien, se sitúan en una zona de límites borrosos un tanto alejada del principal núcleo de interés de los fraseólogos, y ajena también en cierto modo a la noción morfológica de composición.
1.3. La existencia de dos tradiciones diversas ha tenido, obviamente, sus consecuencias (cfr. Montoro del Arco 2017): cada grupo trata de describir el fenómeno en cuestión desde sus presupuestos teóricos de base y, en general, tampoco niega la pertinencia de los del otro grupo, reuniendo con frecuencia ambas unidades (compuestos y locuciones) en los propios títulos de sus trabajos (cfr. Sechehaye 1921; Kooij 1968; Barz 2007; Kavka 2009).
Algunos autores, formados en la tradición morfológica, no se plantean si las unidades pluriverbales nominales pertenecen a su campo de investigación, pues dan por hecho que es así, ya que hay una tradición al respecto. Así, para Hüning y Schlücker (2015 ), existe una diferencia entre lo que denominan multi-word expressions (locuciones verbales y adverbiales, como bite the bullet y all at once, respectivamente) y word-formation units, entre las cuales sitúan las formaciones complejas nominales (complex nominals), como day-care center.
Los teóricos de la fraseología, por su parte, son más proclives a reunir todo lo pluriverbal bajo el extenso manto de lo fraseológico (sobre todo en la llamada concepción amplia), pero no han excluido el concepto de compuesto sintagmático y, de hecho, se han afanado durante décadas en fundamentar sus límites con respecto al de locución nominal, a partir de criterios fónicos, prosódicos, gramaticales, semánticos y pragmáticos (vid., por ejemplo, Castillo Carballo 1998; Moon 1998; Ruíz Gurillo2002; Pérez Vigaray y Batista 2005; Montoro del Arco 2006a, Alonso Ramos 2009; García Padrón y Batista 2010; García-Page 2013). El resultado ha sido siempre el mismo: la existencia de categorías de límites poco precisos, que se superponen y se terminan aceptando con resignación como una dificultad inevitable e insalvable.
Entendemos que el problema resulta irresoluble en tanto que es producto de un sincretismo teórico entre dos tradiciones forjadas a partir de series textuales netamente diversas y que quizá la solución no radique en intentar que conceptos tan distintos encajen, sino en delinear los procesos históricos de formación de cada concepto a través de los textos de su tradición específica. Se trata, pues, de deshacer esta confusión terminológica con los instrumentos de la historiografía lingüística, y determinar, mediante su deconstrucción, si los conceptos son compatibles realmente, de modo que cada uno de ellos se sitúe, explique y compare a la luz del contexto en el que surgió –entendido en sentido amplio– y teniendo en cuenta la aceptación, influencia, (re)interpretación y uso que haya podido tener después en los textos posteriores (cfr. Gómez Asencio, Swiggers y Montoro del Arco 2014). Ello, de un modo secundario, nos permitirá valorar la utilidad de las propuestas que suelen realizarse en este ámbito 8 .
Para ello, en este trabajo, nos ocupamos en primer lugar de la aportación a la codificación de las formaciones nominales pluriverbales del venezolano Baldomero Rivodó, autor que, como intentaremos demostrar, a) no ha sido canónico para los fraseólogos y tan solo parcialmente para los morfólogos; b) desde una formación hasta cierto punto autodidacta, apunta soluciones muy audaces a este problema; y c) reintroduce en la gramática hispánica –y reinterpreta, desde Venezuela– el concepto de yuxtaposición, con el que trata de encajar la realidad fraseológica en el ámbito morfológico de los compuestos y de la formación de palabras. En segundo lugar, y partiendo además de los presupuestos del proyecto Hispanagrama (Zamorano Aguilar, Montoro del Arco, Martínez-Atienza y Vila Rubio 2020), trataremos de comprobar y analizar el camino de ida y vuelta que las ideas lingüísticas europeas sobre la composición tuvieron en América.
2. LA FIGURA DE BALDOMERO RIVODÓ
2.1. Perfil biobliográfico
Baldomero Rivodó (Cumaná 1821-Caracas, 1915) fue un filólogo de vocación tardía que residió durante muchos años en La Guaira, capital de la provincia del mismo nombre que se sitúa en el centro-norte de Venezuela. Allí fundó la primera imprenta de la localidad, la Imprenta Guaireña, donde publicó el periódico El Vigía, del que fue además redactor. Tras dedicar gran parte de su vida al comercio y una vez cumplidos los cincuenta años, se interesó por el estudio del español, de modo que publicó sus primeros tratados cuando ya frisaba los sesenta. A pesar de ello, según refiere Rojas (2007: 147), su producción gramatical fue utilizada en los establecimientos de enseñanza del país y llegó a adquirir bastante prestigio en Venezuela, hasta el punto de ser propuesto como individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua; no obstante, declinó dicho honor, al parecer, por no sentirse digno de tal reconocimiento, o quizá por problemas de salud. Se sabe que abandonó Venezuela por razones políticas, tras oponerse al gobierno de Cipriano Castro, y que vivió sus últimos años en la localidad de Asnières, cerca de París, donde murió en 1915 –así lo atestigua Rojas (2007: 147)–, si bien su enterramiento está fechado el 11 de abril de 1915 en Caracas, según información del Cementerio General del Sur de la capital venezolana.
Sus libros sobre la lengua española son, en orden cronológico, los siguientes: Prontuario de acentuación castellana (Caracas 1872); Nociones de Ortografía (Caracas 1878); Tratado de los compuestos castellanos (en adelante, TCC), del que se publicaron dos ediciones: la primera en Caracas (1878) y la segunda, corregida y ampliada, en París (1883); Diccionario consultor ó memorándum del escribiente (París 1888); Voces nuevas de la lengua castellana. Glosario de voces, frases y acepciones usuales y que no constan en el diccionario de la Real Academia Española (París 1889); y Entretenimientos gramaticales: colección de tratados y opúsculos sobre diferentes puntos relativos al idioma castellano (París 1890-1902).
2.2. Baldomero Rivodó ante la yuxtaposición: canon y serie textual
La formación de palabras no se trata de forma autónoma en España, esto es, fuera de la gramática, hasta el primer cuarto del siglo XX –según opinión bastante extendida (Sala 1989; González Ruiz 1994; García Platero 1998; Suárez Fernandéz 1999; Serrano-Dolader 2001; Torres Martínez 2010)–, y se consolida especialmente a partir del Tratado de la formación de palabras en la lengua castellana. La derivación y la composición (1920) de José Alemany Bolufer. El TCC (1878) de Rivodó constituye por tanto una manifestación más temprana que la de Alemany, pero la reivindicación del venezolano ha sido relativamente reciente. En efecto, aunque tuvo bastante reconocimiento en Hispanoamérica en su época 9 , sus textos no parecen haber tenido mucha repercusión en España. Lloyd (1964 : 751), por ejemplo, en su repaso bibliográfico sobre la formación de palabras en las lenguas romances, hizo mención del TCC (solo la edición de 1883) pero solo como “a curious amateur study” (‘un curioso estudio de aficionado’), y con una valoración nada positiva: denuncia algunas de sus fallas, tales como la mezcla de compuestos clásicos y romances o vernaculares, sin distinguir si son productivos o no, o su deficiente adaptación de la clasificación del romanista alemán Friedrich C. Díez. No se sorprende, en definitiva, de que el tratado hubiera pasado inadvertido hasta ese momento en Europa.
El TCC de Rivodó, por tanto, no pertenece al canon histórico de la morfología española, entendido como la “nómina de autores fruto de la percepción, empleo, lectura y catalogación que los propios tratadistas realizan en su contexto social y cultural” (Zamorano Aguilar 2017: 117), puesto que no fue ampliamente leído más allá de las fronteras venezolanas. Sin embargo, sí pertenece a lo que puede considerarse el canon historiográfico de la formación de palabras, que es fruto de la labor que hacen los investigadores sobre las fuentes primarias, pues, en efecto, “es el historiador o historiógrafo de la gramática el que acomete la realización de este canon, el cual puede coincidir, o no, con el canon que, de facto, se desarrolló en cada época histórica” (Zamorano Aguilar 2017: 117).
Más allá de su reconocimiento general como parte de la historia de la lingüística venezolana (Martínez Marco 1966; Pérez, 2000 ; Rojas 2007), son los morfólogos actuales quienes han reivindicado la figura de Rivodó, destacando en muchos casos su temprano interés por los compuestos más que la calidad de sus postulados. Sin embargo, creemos que la atención que se le ha prestado ha ido dirigida a determinados aspectos que resultan prominentes en su obra, por los intereses primarios de la propia disciplina morfológica: concretamente, a las unidades más cercanas a la “forma de palabra” que mencionábamos más arriba, es decir, los compuestos léxicos prototípicos. En este sentido, el propio Lloyd (1964 ) obvia los casos de compuestos que no estén formados por partículas compositivas; y, posteriormente, Rifón (2004) destaca los conceptos que representan los términos palabra, palabra compuesta, partícula, fracción, compuesto de simples principales, y menciona muy someramente el de yuxtaposición; Torres (2009), por su parte, se fija únicamente en el concepto de partícula compositiva.
Hay nociones que han quedado, pues, fuera de la consideración de los morfólogos que han dirigido sus miradas al Tratado: pero también de los fraseólogos, pues el TCC no ha formado parte ni del canon histórico de la fraseología ni de su canon historiográfico. Nos referimos especialmente a los conceptos de yuxtaposición frase, frase y locución, con los que el venezolano trata de resolver una cuestión que, como hemos apuntado más arriba, tardaría mucho en abordarse como problema teórico en ambas disciplinas.
Para percibir el esfuerzo que hace Rivodó por categorizar estas unidades es necesario contemplar sus distintas publicaciones como una serie textual y no tomar solo una de ellas: en efecto, los estudiosos del TCC han utilizado hasta ahora tan solo la segunda edición de la obra, la de 1883, por considerar que era la más completa, y han dejado así a un lado el particular eje vertical (Zamorano Aguilar 2017: 120) en el que se sitúa este texto de referencia (Hassler 2002). Este eje estaría conformado inicialmente por las dos ediciones del tratado, al que es necesario sumarle otro texto posterior, donde se terminan de perfilar los conceptos: el tomo cuarto (1892) de sus Entretenimientos gramaticales, y especialmente el apartado dedicado a las “Yuxtaposiciones. – Combinaciones que ofrecen alguna particularidad” (entretenimiento décimo sexto). Solo a partir del contraste entre estos tres textos puede apreciarse el progresivo y notable esfuerzo que realizó Rivodó por tratar de explicar las unidades pluriverbales que van más allá de la noción prototípica del compuesto.
3. LA PRIMERA EDICIÓN DEL TCC (1878)
El TCC es una obra tanto descriptiva como normativa: así, por un lado, Rivodó se afana en exponer la variada casuística de las combinaciones morfológicas, ya impliquen elementos de índole afijal (las llamadas por él “partículas compositivas”, como de, contra, ex, infra, etc.), ya solo de índole lexemática (sus “palabras simples principales”, como arti-maña, boca-calle, agri-dulce), por lo que su objeto de estudio primordial son los compuestos léxicos u ortográficos; por otro lado, emite frecuentes juicios de corrección acerca de la pronunciación y escritura de las secuencias descritas.
La edición de 1878 se compone de cuatro “secciones”, divididas a su vez en capítulos (catorce en total) (vid. Tabla 1): la primera sección contiene un apartado introductorio sobre la noción de compuesto y dos capítulos dedicados a las “partículas compositivas” (I-II): el primero de ellos incluye una clasificación de dichas partículas (separables / inseparables, numerales y griegas), mientras que el segundo trata sobre las reglas combinatorias que les afectan para la formación de los compuestos. La sección segunda consta de seis capítulos (III-VIII), en los que se detalla la descripción de cada una de las partículas que se unen a palabras simples principales (en orden: preposiciones; adverbios; adjetivos adverbiales; conjunciones, pronombres, artículos y contracciones; partículas compositivas inseparables; numerales).
Nota de título de tabla 10
La sección tercera se ocupa específicamente de lo que hoy se considera compuestos ortográficos (“compuestos de simples principales unidos entre sí”) en seis capítulos más (IX-XIV): los tres primeros están dedicados a las clases de palabras que entran como primer componente (sustantivos, adjetivos, verbos); los tres siguientes tratan monográficamente de los
“nombres geográficos compuestos”, los “apellidos compuestos” y la “rosa náutica”, respectivamente. La sección cuarta, por último, es un glosario alfabético de palabras compuestas, con sus posibles variantes.
3.1. Palabras y compuestos
El autor declara al comienzo de su Tratado su concepto de palabra compuesta, que es común a ambas ediciones: “Palabras compuestas se llaman aquellas en cuya estructura entran dos ó más palabras; al contrario de las simples, que constan de una solamente” (Rivodó 1878: 1). Esta sencilla definición era compartida con la mayor parte de los gramáticos de la época: aparece así en la GRAE (1858), en Bello (1847) y en Salvá (1830) 11 , algunas de sus fuentes declaradas. Hay que advertir, como ya hizo Rifón (2004: 1402), que Rivodó parece partir de un concepto muy amplio de palabra, al entender por tal todo elemento independizado en el análisis (al margen de su modo de significación o de su origen), de modo que los actuales prefijos, por ejemplo, también son considerados como tales.
Las palabras o fracciones que entran en la composición se dividen en dos tipos fundamentales: por un lado, las simples (normalmente, un nombre o un verbo); por otro lado, las partículas compositivas, de índole afijal. En la práctica, pues, la composición constituye un procedimiento que incluye la combinación de elementos de diversa naturaleza: a) compuestos formados por elementos que pueden aparecer por separado, los cuales surgen de la unión de una palabra simple y una o varias partículas compositivas (deponer, contra-fuerte) o bien por palabras simples principales (agua-manos); b) compuestos en cuya estructura entran elementos que no pueden aparecer separadamente en la lengua (circum-polar, ab-jurar); y c) compuestos formados por dos elementos ninguno de los cuales puede aparecer por separado en la lengua (circum-cidar, et-cétera).
A pesar de esta casuística inicial, el objetivo principal de Rivodó termina siendo describir pormenorizadamente aquellas combinaciones formadas por la unión de palabras simples principales y partículas compositivas 12 , porque piensa que es la forma más extensa y variada del fenómeno de la composición y, por ende, la más regular. Esto se comprueba ya de entrada en el peso específico que tiene la descripción de las partículas compositivas en la primera edición de su TCC: las secciones primera y segunda, juntas, suman casi el 70 % de la obra (68 %), frente al 7,8 % del apartado dedicado a los compuestos sin partículas compositivas (vid. Tabla 1).
En el TCC se perfila implícitamente, pues, una especie de prototipo de compuesto (Esquema 1), que se caracteriza, en primer lugar, por un criterio ortográfico: la unión en la escritura; en segundo lugar, por el tipo de componentes (partícula compositiva + simple principal); en tercer lugar, por dos rasgos estructurales: a) el número de componentes: la combinación de Rivodó se centra en presentación y descripción de estas partículas, que, como es sabido, quedarían hoy en realidad fuera del ámbito de la composición, encuadradas más bien como parte de la derivación (Torres 2009). El término de partícula compositiva ya está presente en Bello (1847: 23).
Ahora bien, desde un punto de vista semántico, su regularidad es más relativa: la mayor dificultad en el estudio de estas unidades reside, según Rivodó, en la diferencia que hoy se explica con el concepto de composicionalidad / no composicionalidad del significado. Las partículas serían las responsables de los cambios de significado que se operan sobre las palabras simples en el ámbito del compuesto —“son las que vienen á dar y á modificar el valor de los simples” (Rivodó 1878: 9)—, pero siempre puede delinearse el proceso diacrónico que ha dado lugar a un resultado opaco.
Por contraposición, existen compuestos que quedan en una zona que podemos llamar primera periferia, con respecto a dicho núcleo (Esquema 1): son unidades que, aun escribiéndose unidas en la escritura, no se ajustan al modelo de compuesto presentado. Esta primera periferia estaría formada por: a) formas en cuya composición no entra una partícula compositiva y cuyas partes son por tanto dos palabras simples principales (sustantivos, adjetivos o verbos); y b) la combinación de más de cuatro elementos. Se trata más bien de rasgos que pueden darse juntos o por separado. En todo caso, las unidades con estas características le plantean ciertos problemas, pues lindan con otros fenómenos que, desde su punto de vista, quizá habrían de quedar fuera de la composición en sentido estricto. De hecho, entre los ejemplos aparecen unidades sobre las que de algún modo ha puesto el foco la fraseología, por la irregularidad de su formación y su significado no composicional: por ejemplo, corre-ve-i-di-le (de cinco) 13 .
Dicho de otro modo: cuando la condición de compuesto está asegurada (unión en la escritura, tipología de los elementos componentes), la no composicionalidad no es un rasgo distintivo. Ahora bien, este rasgo semántico sí será importante cuando se haya de diferenciar compuestos de otras unidades complejas, como veremos más adelante (yuxtaposiciones, frases) 14 .
En una segunda periferia situamos los casos en los que la unión en la escritura plantea dudas. Los compuestos lindan así con otras dos categorías que reciben un trato muy dispar en el tratado: frases, yuxtaposiciones y locuciones.
3.2. Compuestos / frases
La escritura unida o separada de las partes de un compuesto es entendida como la consecuencia formal de una diferencia esencialmente semántica. En este nivel se oponen, desde un punto de vista terminológico, compuestos y frases, que son como dos moldes formales de un mismo concepto, el cual sufre alteraciones según empleemos uno u otro:
Es punto de mucha importancia distinguir cuándo deba escribirse un vocablo como compuesto, uniendo sus partes, y cuándo los simples separados formando una frase; pues uno ú otro uso dan, no solamente pequeñas modificaciones al sentido, sino á veces hasta significados mui diversos (Rivodó 1878: 24. El subrayado es nuestro).
Las frases son interpretadas paradigmáticamente, es decir: aunque se entiende que su dimensión es fundamentalmente analítica o sintáctica, interesan en cuanto unidades paradigmáticas que se oponen a los compuestos.
La diferencia de sentido en algunos casos puede estar basada en la pertenencia de una u otra forma a distintas categorías verbales. El caso de entrambos / entre ambos es representativo, pues con él se distinguen explícitamente compuestos y frases (sin considerar el paso intermedio, el de la yuxtaposición, del que trataremos más abajo), siendo el primero un pronombre y el segundo un complemento circunstancial:
Entrambos es un adjetivo plural que, segun el Diccionario de la Academia Española, tiene exactamente el mismo significado de ambos, que equivale á el uno y el otro, ó los dos, siendo éste uno de aquellos casos en que la partícula no comunica valor ninguno al compuesto y sirve solo para la eufonía; y Entre-ambos es una frase que significa entre los dos (Rivodó 1883: 22).
Las diferencias entre mediodía / medio día, sobretodo / sobre todo o aguardiente / agua ardiente 15 ilustran también esta distinción, que se extiende en general a todas las clases de palabras 16 e incluso a determinadas fórmulas, como mal haya / malhaya 17 :
Mediodía es un sustantivo que significa el punto cardinal opuesto al norte; Medio día es una frase que denota la mitad de un día, así como la frase media noche indica la mitad de una noche (Rivodó 1878: 25).
Rivodó, de hecho, denuncia la imprecisión terminológica que cometen quienes utilizan los términos “adverbios compuestos” y “frases adverbiales” indistintamente 18 y, de paso, critica de forma implícita la condición genérica que la categoría adverbial había tenido habitualmente en la gramática (como cajón de sastre)
19 :
[…] esta denominación [adverbios compuestos] es impropia, y á semejantes frases [algunos casos son á pesar, á sabiendas, así que, con todo, en medio, en tanto…] deben llamarse adverbiales, prepositivas, conjuncionales ó interjectivas, segun sea su naturaleza; pues adverbios compuestos son aquellos que forman una sola diccion uniendo sus diversos elementos [por ejemplo, alrededor, sobremanera] (Rivodó 1878: 27-28).
En definitiva, para él, auténticos compuestos son, frente a las frases, aquellas formaciones que: a) presentan sus partes unidas en la escritura (“una sola dicción”); b) se desvían en alguna medida del significado composicional que tiene una secuencia con las dos partes separadas; y c) presentan, como consecuencia de lo anterior, cambios tanto prosódicos como gramaticales con respecto a la escritura separada.
Las frases, por tanto, identifican todas las demás combinaciones que no reúnen estas características y que, por tanto, tienen mayor libertad combinatoria. Sin embargo, esta categoría presenta mayor vacilación terminológica (Tabla 2) que la del compuesto, al no ser el principal foco de atención del venezolano:
A la postre, la categoría frase, similar a la de las actuales sintagma o grupo 20 , resultaba ser demasiado amplia y escondía combinaciones con algún grado de restricción en su combinatoria: por ello recurre al concepto de yuxtaposición que, en nuestra opinión, ha de ser interpretado como un antecedente más de las categorías de la fraseología, inscrito esta vez en la teoría morfológica de la composición 21 , en tanto que con él Rivodó trata de poner orden en el ámbito de las formaciones pluriverbales separadas gráficamente.
3.3. Compuestos / yuxtaposiciones
Para explicar las combinaciones de dos palabras simples que no son exactamente compuestos ni frases, recurre al término yuxtaposición, concepto clásico de la gramática alejandrina que, sin embargo, no había gozado de gran predicamento en el ámbito de la gramática española 22 . En la introducción de la sección tercera (vid. Tabla 1) 23 , donde en puridad habrían de localizarse (al tratarse fundamentalmente de la combinación de dos palabras simples principales), no se hace mención alguna de estas unidades.
Aunque el término se encuentra diseminado a lo largo de la obra, su explicación teórica se encuentra bastante escondida en esta edición de 1878 y resulta cuando menos curiosa, prueba de que no era un concepto central en su plan teórico inicial: aparece en los epígrafes II y III del último artículo del capítulo séptimo, dentro de la sección segunda, y surge al hilo de su presentación de la partícula compositiva yuxta, es decir, como inopinado excurso propiciado por la descripción concreta de dicho elemento compositivo 24 .
El hecho es que la definición de las yuxtaposiciones se da por oposición a los compuestos de simples principales: “Además de los compuestos propiamente dichos, se usan también frecuentemente las yuxtaposiciones, que aunque se les asemejan, no son en rigor sino una combinación de dos ó mas voces unidas entre sí, es verdad; pero no tan estrechamente como en
los compuestos” (Rivodó 1878: 219). Sus diferencias aparecen sintetizadas como sigue, sin grandes cambios en los tres textos analizados (Tabla 3) 25 :
Los criterios recogidos en la tabla 3 sirven bien para diferenciar los compuestos de las yuxtaposiciones, pero no para distinguir las yuxtaposiciones con respecto a las frases. De hecho, tiene bastantes dudas y, dado que percibe que es una categoría intermedia entre compuestos y frases, se afana en encontrar diferencias sistemáticas. Así, intenta aplicar criterios ortográficos para organizar estas unidades de diferente naturaleza (vid. Martínez Alcalde 2018). Dados los recursos con los que cuenta, decide:
a) escribir unidos en la escritura los auténticos compuestos;
b) escribir por separado los componentes de las frases;
c) distinguir con guion los casos de yuxtaposición.
Se sirve del guion para marcar diacríticamente la pertenencia de una secuencia a la yuxtaposición. Este uso, de raigambre eminentemente francesa, en español resulta ciertamente forzado; atiende más a sus necesidades taxonómicas personales que a la observación del uso, del que se aleja realmente. Por ejemplo, es inusitado en formaciones que no suelen llevarlo: “año-nuevo, cuando se designa el primer día del año; y año nuevo, cuando simplemente se quiere indicar un año nuevo” (Rivodó 1878: 220). Ocurre así también en el caso de los nombres geográficos, cuando propone “Monte-video” o “Buenos-Aires” (Rivodó 1878: 249) cuando lo normal era escribirlo bien junto (Montevideo), bien separado (“Buenos Aires”), respectivamente.
Son soluciones normativas a posteriori, pues el verdadero dilema consiste en determinar, a priori, las condiciones de pertenencia a cada categoría. A veces asume que determinados tipos de unidades forman parte intrínsecamente de la yuxtaposición, en bloque. Es lo que ocurre con las uniones de dos palabras simples principales que siguen conservando sus acentos respectivos, que se reconoce en las uniones de dos simples pertenecientes a la misma categoría verbal y en todos los adverbios en – mente (Tabla 4).
Una vez expuestas las diferencias, admite que estos dos órdenes –compuestos y yuxtapuestos– se confunden en la práctica y es difícil discernir a cuál de ellos pertenecen determinadas formaciones. Su incapacidad para decidirlo se muestra particularmente en los capítulos duodécimo y décimo tercero, los dedicados a los “Nombres geográficos compuestos” y “apellidos compuestos”, respectivamente. Sigue en ellos un mismo proceder: en relación con estos últimos, presenta como compuestos una serie de apellidos (“entre los apellidos castellanos se encuentran muchos que son compuestos”) y hace una breve relación de ejemplos (“Campo-amor, Campo-manes, Casa-nueva, Casa-nova, Cien-fuegos, Mal-donado, Mata-moros, Monte-mayor, Monte-negro, Monte-verde, Oro-pesa, Peña-losa, Rio-bueno, Rio-santo, Soto-mayor, Tor-quemada, Torr-alba, Torre-alba, Vill-alba, Villa-lobos, Villa-nueva, Villa-real”); tras todo ello, remata el apartado transmitiendo al lector su incertidumbre acerca de la índole categorial de estos apellidos: “Algunos de los apellidos mencionados en el párrafo I no son compuestos, sino yuxtaposiciones” (Rivodó 1878: 252-253) 26 .
En el caso de la “Rosa náutica” establece una división entre compuestos y yuxtaposiciones basada en el número de componentes: nordeste se considera compuesto (nord-este) así como nornordeste (nor-nord-este), que está formada por tres palabras principales; pero en la última subdivisión, donde aparecen hasta cuatro elementos, señala que “los nombres que se dan á esta parte no son ya verdaderos compuestos sino yuxtaposiciones de varias voces, unas simples y otras compuestas: Norte-cuarto-nordeste (norte-cuarto-nord-este)".
Un ejemplo más de indefinición de la categoría de la yuxtaposición lo encontramos en el caso de la forma primo hermano. Si atendemos a los ejemplos mencionados anteriormente (Cólera-morbo, décimo-séptimo, décimo-octavo, tabla 4), debería ser una yuxtaposición, dado que mantiene los dos acentos y los dos componentes pertenecen a la misma categoría verbal. No obstante, en una parte de la obra se considera indistintamente yuxtaposición o frase, pues en dicho fragmento no trata tanto de demostrar positivamente que sea una u otra, sino, negativamente, que no es un compuesto:
Primo hermano, no forma compuesto, sino es una yuxtaposición o frase; lo mismo que Prima dona, título tomado del italiano, que significa primera dama y que se da á la principal cantatriz de una ópera; en plural se dice primas donas (Rivodó 1878: 142. El subrayado es nuestro).
Sin embargo, más adelante, en el listado de yuxtaposiciones a propósito de la partícula yuxta (mencionado más arriba), incluye esta forma como uno de los ejemplos de yuxtaposiciones que se asemejan a las frases, de modo que lo sitúa a medio camino entre estas dos categorías.
En suma, de las sucesivas vacilaciones de Rivodó se extrae que, a medida que redactaba su obra, fue progresivamente adquiriendo conciencia de la necesidad de perfilar mejor estos conceptos y de dotar a los términos utilizados de un valor más preciso. Por ello, en la segunda edición de su Tratado introducirá algunos cambios significativos que tienen que ver con
la yuxtaposición (vid. apartado 4).
3.4. ¿Frases / locuciones?
Según Rivodó, hay yuxtaposiciones más cercanas a los compuestos, por un lado, y yuxtaposiciones más cercanas a las “frases ó locuciones”, por otro, de modo que podríamos representar este sistema conceptual del siguiente modo (Tabla 5).
Deja abierta, pues, una última distinción más, que compete a los términos frase y locución, pues la terminología es ciertamente confusa: ¿son términos sinónimos, meras alternativas estilísticas para lo pluriverbal separado?, ¿hay algún tipo de especialización de alguna de ellas para lo que hoy entendemos que es fraseológico (= fijado)? Respecto a esta oposición hay, en principio, dos posibles interpretaciones: a) que locución y frase sean dos categorías genéricas sinónimas y no haya distinción entre ellas; b) que locución y frase sean categorías distintas, pero compartan rasgos que las opongan conjuntamente a las demás categorías.
La primera opción se compadece bien con lo que había sido hasta cierto punto habitual en la tradición gramatical española; aparte, el pronombre anafórico “estas” de la cita 27 parece referirse a ambas (no solo a “locuciones”, que aparece en último lugar). Las cifras globales de ocurrencias de ambos términos también parecen apoyar esta teoría (vid. Tabla 6): en 54 ocasiones se utiliza frase y en 33 locución; y 17 unidades se identifican en bloque como “frases o locuciones” (casos en los que interesa sobre todo distinguir estas unidades de las yuxtaposiciones).
En segundo lugar, destacamos el concepto de frases constantes con el que en un pasaje caracteriza a las “locuciones ó modos adverbiales, prepositivas, conjuncionales é interjectivas; tales como á pesar, á duras penas, á ciegas, á sabiendas, á Dios, á hurtadillas” (Rivodó 1878: 67-68). El adjetivo utilizado, “constantes”, plantea, por oposición, una diferencia con respecto a las frases en general, que está cerca de las nociones fraseológicas de estabilidad o fijación: mientras que las frases se componen de unidades libres, las locuciones serían fijas en su combinación.
En tercer lugar, el término locución se usaba específicamente con expresiones que funcionan como alguna de las categorías de índole gramatical (adverbio, conjunción, preposición y, en algunos casos, interjección) (Tabla 7):
De hecho, locución se utiliza en muy pocos casos para referirse a unidades del latín, lengua para la que se prefiere claramente frase 28 , mientras que en español alternan los dos términos (Gráfico 1):
Sin embargo, comprobamos que siempre que se especifica la cualidad categorial (adverbial, preposicional, etc.) para las unidades del español, aparece el término locución (Gráfico 2):
Podemos concluir, por tanto, que frase y locución son términos genéricos que se utilizan para oponer las formas no unidas en la escritura a las unidas, que reciben los términos específicos de compuesto o yuxtaposición, según el caso. Ahora bien: cuando se especifica la índole gramatical de la unidad, el término preferido es el de locución (o “modo”), prueba de que este ya tenía para Rivodó un carácter más especializado, es decir, fraseológico. A este respecto, cabe también indicar que todas las referencias a formaciones que hoy consideraríamos regulares, como grupos o sintagmas, son identificados como frases: nos referimos a los esquemas “recién + […]” o “so […]”.
No es extraño, pues, que en el tratado de Rivodó tiendan a diferenciarse terminológicamente categorías lexemáticas y gramaticales, pues se comprueba en muchos autores, como en su coetáneo Eduardo Benot. En este sentido, todas las unidades que denomina “locuciones” o “modos” pertenecen a las mencionadas categorías gramaticales (que seguramente tomó de sus fuentes declaradas: la GRAE de 1858, Salvá o Bello), mientras que las distinciones en el ámbito nominal o verbal (compuesto vs. yuxtaposición) forman parte seguro de otra tradición textual, la que no declara y hemos de desentrañar.
3.5. Fuentes no declaradas: Arsène Darmesteter
Al comienzo del TCC (1878), Rivodó solo cita como fuentes las gramáticas de la RAE, Salvá y Bello y a lo largo de la obra menciona también los diccionarios de la Academia y de Littré. No obstante, reconoce que “con frecuencia se encontrarán ideas, frases y áun (sic) períodos enteros tomados de las obras expresadas, y acaso tambien de algunas otras” (Rivodó 1878: VI; el subrayado es nuestro).
La composición, en efecto, era un concepto clásico, presente de un modo u otro y de forma ininterrumpida en las gramáticas de la tradición, y en particular en aquellas que Rivodó declara haber consultado. Sin embargo, no deja claro en ningún momento el origen de su concepto de yuxtaposición: aunque cite a Díez en 1883 29 , la yuxtaposición estaba ya presente en el TCC (1878) y, por añadidura, no se corresponde exactamente con la clasificación del gramático alemán.
Parece, pues, que el TCC bebe de fuentes no declaradas, puesto que las mencionadas apenas pasan de soslayo sobre los fenómenos descritos. El concepto lo tomó probablemente del Traité de la formation des mots composés dans la langue française comparée aux autres langues romanes et au latin (1874) de Arsène Darmesteter, publicado tan solo cuatro años antes y con un título muy similar al elegido por el venezolano. No hay que olvidar, para más inri, que su propósito inicial era el de hacer un tratado comparado (español-latín) similar al del gramático francés.
La yuxtaposición constituye un concepto central, junto al de composición, y aparece hasta en un centenar de ocasiones en la obra de Darmesteter, en la que se oponen los conceptos de “composition apparente ou juxtaposition” y la “composition propre ou composition elliptique”. Se trata de opciones terminológicas preferidas por el autor a las de composition syntactique y composition asyntactique de Meunier (1873):
Si telle est l’essence de la composition romane, il suit de là une distinction entre la composition proprement dite et cette composition purement apparente qu’on nomme la yuxtaposition. L’ellipse seule, par une dérogation à la construction ordinaire de la syntaxe, explique des formations comme […] timbre-poste, vermoulu, salvadanajo, qui toutes se résolvent en périphrases plus ou moins développes: […] timbre de poste, des vers moulu, che salva i danaj (Darmesteter 1874: 10).
La juxtaposition décompose les idées, indique, quand il y a lieu, les rapports à l’aide de particules, et recourt à l’analyse. La composition groupe dans une unité simple des idées qui se présentaient natuellement séparées, et procede par voie de synthèse 30 (Darmesteter 1874: 11).
Darmesteter considera la escritura unida o separada como un criterio secundario, en tanto que no es sino una etapa que se da en el paso de la frase (unidad sintáctica) al compuesto (unidad morfológica). La clasificación de las unidades que se encuentran en esta fase es dificultosa, pues depende de apreciaciones personales, según él; en cualquier caso, trata de introducir una categoría intermedia, que en 1874 recibe el nombre de locuciones yuxtapuestas (locutions juxtaposées) y cambia a locuciones por yuxtaposición (locutions par juxtaposition) en las siguientes ediciones de su tratado (Darmesteter 1875):
[…] L’orthographe est donc indifférente ici ; c’est l’unité de l’image, qu’elle soit rendue visible ou non par la orthographie, qui établit l’existence du juxtaposé.
Cependant il faut reconnaître que, si ce critérium est précis, l’emploi en est des plus délicats. Puisque l’usage et le temps sont les seules forces qui s’agissent sur les locutions juxtaposées, et les amènent, de l’état complexe de locutions, à l’état simple de juxtaposés, la transformation ne peut se faire tout d’un coup ; il est un moment où elles flottent entre les deux états, n’étant pas encore assez simples pour mériter le nom de juxtaposés, mais étant déjà trop simplifiées pour ne pas être considérées comme des locutions spéciales. Cet état neutre, bâtard, doit être noté et désigné, et nous réservons le nom particulier de locutions juxtaposées aux expressions où nous le rencontrons. Mais cette distinction des locutions juxtaposées et des juxtaposées ne supprime pas toute difficulté, car ici tout dépend des appréciations personnelles, et celles-ci varient suivant l’emploi que chacun fait de ces mots (Darmesteter 1874: 14).
En efecto, en esta distinción encontramos la fuente de las categorías híbridas (yuxtaposición compuesto, yuxtaposición frase) que Rivodó introducirá en la segunda edición del TCC.
4. LA SEGUNDA EDICIÓN DEL TCC (1883)
La segunda edición del Tratado de los compuestos castellanos, de 1883, mantiene la estructura inicial de 1878. El principal cambio radica en la inclusión de un “Suplemento” de cerca de cincuenta páginas (pp. 377-428), que amplía notablemente un breve “apéndice” añadido al final de la sección cuarta en la primera edición. Este se organiza en seis apartados
31 , dedicados a aspectos que quizá para el autor no habían quedado claros o suficientemente desarrollados en el texto principal del tratado, de entre los cuales destacamos el que aquí más nos interesa: “De la Yuxtaposición”.
Como consecuencia de estos cambios, se equilibran los apartados de los compuestos formados por partícula + simple principal y de los formados por simples principales (Tabla 8), y se diluye así el núcleo prototípico señalado anteriormente (apartado 3.1 y Esquema 1).
Como se ve en la Tabla 8, al comienzo de esta segunda edición Rivodó incluye unas “Advertencias” en las que comenta los cambios introducidos. Entre ellas, declara algunas fuentes bibliográficas no utilizadas en la primera (“[d]el Diccionario de la Academia Española, primera edición, del Diccionario etimológico por el doctor Pedro Felipe Monlau, y de la Gramática de las lenguas romances por Federico Díez”). No parece que la lectura de Díez cambiase mucho la teoría de Rivodó, en tanto que aquel distingue cuatro tipos de composición: composición nominal, verbal, con partículas (prefijación) y de frases (que han de incluir un verbo en primera posición). Las modificaciones se deben, como ya se ha indicado más arriba, a una lectura más atenta de la obra de Darmesteter.
4.1. Cambios sobre la yuxtaposición
Rivodó era consciente de la necesidad de perfilar los conceptos manejados en su Tratado y dotar a los términos de un valor más preciso, por lo que introduce variaciones notables en la segunda edición (1883), como se desprende de las “Advertencias referentes a la presente edicion”: la novedad que anuncia en primer lugar es la del desarrollo de la noción de yuxtaposición, tan solo esbozada en la primera (comp. Tabla 5): presenta ya de forma explícita dos categorías intermedias que sirven de puente entre compuestos y frases: por un lado, las yuxtaposiciones frases “que son unos cuasi-compuestos”: y, por otro lado, las “yuxtaposiciones compuestos” que se corresponden con el concepto de locutions juxtaposées de Darmesteter pero que, como este, no desarrollará, pues, como ocurría en la edición de 1878, “se hallan confundidos con los demás como tales compuestos” (Rivodó, 1883: IX). A la que se va a dedicar es a la de yuxtaposición frase (locutions par juxtaposition, para Darmesteter). Las categorías en juego, por ende, no son cinco, sino cuatro: compuesto (+ yuxtaposición compuesto), yuxtaposición, yuxtaposición-frase, frase.
Rivodó no quiso (o no pudo) alterar en 1883 el plan inicial de la obra de 1878, de modo que introdujo al final un “Suplemento”, en el que se integraba el “Apéndice” de la primera edición —dedicado a las palabras extranjeras— junto a seis nuevos apéndices dedicados a los aspectos que merecían ser corregidos o ampliados, según su criterio (Tabla 9).
En el “Apéndice tercero al artículo XXXII del capítulo séptimo”, dedicado específicamente a la yuxtaposición, traslada todo el texto que había engastado en el artículo dedicado a la partícula yuxta en la primera edición (1878) pero lo amplía, estructurando además toda la información en distintos apartados. A continuación, se exponen los principales cambios:
1. En el apartado I reúne todos los criterios de distinción entre compuestos y yuxtaposiciones (vid. Tabla 1), es decir: agrupa el 5 con todos los demás. Hemos de inferir, como también hace Rifón (2004: 1405), que las yuxtaposiciones incluidas en este grupo y ya tratadas en la primera edición son las nuevas yuxtaposiciones compuestos.
2. En el apartado II altera la lista de ejemplos de yuxtaposiciones “que se apartan de los compuestos y se aproximan ó asemejan á las frases ó locuciones” 32 y que han de entenderse como yuxtaposiciones frases, según el concepto anunciado en las “Advertencias”. En la Tabla 10 se exponen los cambios introducidos, que son muy significativos.
Por un lado, destacan las dos eliminaciones, ambas formaciones N+N: a) mapamundi, un elemento que por su unión gráfica disonaba en el listado inicial, ya que en otra parte de la obra se trataba como un compuesto 33 ; b) casa fuerte: hemos de entender esta formación como compuesta de dos sustantivos, y no de sustantivo-adjetivo como el resto, dada su definición 34 . Se trata de la casa que tiene “fortalezas y reparos, para defenderse de los enemigos”, de acuerdo con la acepción nominal de fuerte: “La fortaleza ó sitio fortificado para poderse defender del enemigo” (DRAE 1869, s. v. fuerte).
Por otro lado, las formaciones añadidas tienen dos rasgos en común: en primer lugar, todas son formaciones N+Adj., de forma que el grupo completo termina siendo homogéneo en cuanto a su estructura; en segundo lugar, su significado es no composicional (o idiomático, por el valor metafórico de la construcción completa o de alguno de los componentes), lo que los separa, por oposición, de las combinaciones libres o frases.
Este último aspecto, el de la idiomaticidad, es justamente lo que desarrolla en el apartado III, donde se puede apreciar la diferente interpretación de algunas de estas secuencias si se usan bien como yuxtaposiciones o bien como frases: “hai algunas que como yuxtaposicion conservan un significado igual al de la frase; pero tambien hai otras que asumen un valor privativo ó peculiar, apartándose del recto que tendrían consideradas como voces aisladas” (Rivodó 1883: 386). De esa lista se pueden intuir dos grupos: a) el que forman yuxtaposiciones con homónimo libre (estos serían entonces simplemente “frases”, no yuxtaposiciones-frases): agua blanca, año nuevo, cardo santo, casa santa, madre política, media naranja, mesa redonda, mosca muerta, noche buena, tierra firme, ungüento mejicano; b) el que forman aquellas combinaciones que no tienen homónimo libre (o, en palabras del autor, aquellas en que “apenas si se les encuentra valor ni sentido disueltas”): gota coral, gota serena, gramática parda, hueso sacro. Frente a lo dicho en la edición de 1878, ahora señala que es en todos estos casos donde se justifica el uso del guion: madre política / madre-política.
3. En el apartado IV, en el que hace comentarios sobre el valor no composicional de las unidades anteriores 35 , apunta la existencia de procesos de lexicalización, por la potencialidad de cambio que albergan estas construcciones, que pueden o bien “disolverse” o bien convertirse en compuestos: “Algunos que antiguamente eran yuxtaposiciones, hoi figuran como compuestos, y sucesivamente se irán formando otros nuevos. Ejemplos: Agnus-dei, ave-maría, ecce-homo, gentil-hombre, mapa-mundi, padre-nuestro, te-deum, via-crúcis” (Rivodó 1883: 387). De esta manera se justifica, en nuestra opinión, el carácter difuso de sus categorías: se prefigura todo como un proceso encaminado desde la pluriverbalidad a la univerbación. No olvidemos que, para Darmesteter, la composición es un proceso que va de la sintaxis a la morfología, y no al revés:
Et ici il ne faut point craindre de faire à l’analyse psychologique une place trop grande dans une question de simple philologie; car ce n’est pas, en somme, à la partie de la grammaire qui traite de la formation des mots, mais à la syntaxe qu’appartient la composition, et sa théorie rentre tout entière dans celle de la construction de la phrase. […] Un mot composé est une proposition en raccourci, et cela est si vrai que la question de la place du déterminé par rapport au déterminant se ramène à la question de la place de l’attribut dans la phrase indo-européene primitive (Darmesteter 1874: 4).
4. En el apartado V se habla de lo que se ha llamado variación fraseoléxica (Montoro del Arco 2011), esto es, la existencia de dos variantes equivalentes, una fraseológica y otra léxica (ya sea simple o compuesta), para un mismo concepto: algunos de los ejemplos señalados son: campo santo / cementerio; gaya ciencia / poesía; gota caduca / epilepsia.
5. Por último, en el apartado VI aparecen los más modernos compuestos sintagmáticos con preposición, caracterizados en este caso como yuxtaposiciones: aguja de marear / brújula; ama de leche / criadora ó nodriza; ave del paraíso / manucodiata; mal de corazón / epilepsia ó alferecía; etc. En ellos establece una curiosa analogía, que equipara compuestos y yuxtaposiciones en cuanto a su estructura: se interpreta la preposición como partícula de unión, al igual que se da en los compuestos con las partículas que llama interpositivas como las señaladas en los ejemplos “anim-ad-version, salt-im-banco, tramp-ant-ojo” (Rivodó 1883: 10-11), consideradas así debido a que realiza una segmentación lineal (no jerárquica) de dichas unidades.
En definitiva, palabras simples y frases representan los polos de una especie de continuum con límites difusos, que se compone de las siguientes categorías 36 (Tabla 11). Las expresiones son clasificadas a partir de un haz de criterios que mide la cohesión entre sus componentes. Se trata de una rudimentaria formulación de los conceptos de núcleo y periferia que, siguiendo los principios de la Escuela de Praga, se han aplicado posteriormente a la clasificación de la fraseología. Las unidades situadas más a la izquierda tienen total cohesión (ortográfica, prosódica y gramatical) mientras que esta se va perdiendo conforme se avanza hacia la derecha, esto es, al terreno de la sintaxis.
Las yuxtaposiciones se encuentran en la mitad, de modo que se diferencian yuxtaposiciones compuestos y yuxtaposiciones frases a partir del uso del guion en las primeras, desde un punto de vista ortográfico. Este criterio habría de ser tan solo una consecuencia formal, visible, de una diferencia semántica, gramatical y prosódica. Sin embargo, da la sensación de que
se aplica de forma caprichosa, puesto que su uso no está tan extendido en español como en francés. Dentro de la obra, en algunos casos se utiliza como recurso diacrítico para diferenciar yuxtaposiciones con homónimo libre (frases):
Entre estas hai algunas que como yuxtaposición conservan un significado igual al de la frase; pero tambien hai otras que asumen un valor privativo ó peculiar, apartándose del recto que tendrían consideradas como voces aisladas.
Esto se notará fácilmente comparando el diferente valor ó sentido que presentan las siguientes combinaciones vistas de un modo ú otro; es decir, como yuxtaposición ó como frase.
Para evitar toda confusion acostumbran algunos interponer el guion en el primer caso, y omitirlo en el segundo; y así lo haremos nosotros ahora
[…]
Media-Naranja, equivale a cúpula; y media naranja, indica la mitad de una naranja. (Rivodó 1883: 386)
Pero en otras partes recomienda escritura con guion para los casos de yuxtaposición en general. Así parece deducirse del uso en sus Voces nuevas en la lengua castellana (1889), donde denomina como tales solo dos casos, que llevan dicho signo: pus-café (p. 112) y sordo-mudo (p. 122).
4.2. Otras informaciones sobre fraseología
Como sucede con otros autores, Rivodó no limita sus apreciaciones sobre lo pluriverbal a la categoría nominal, a la que fundamentalmente dedica su tratado. Sin llegar a extender el concepto de frase a todas las clases de palabras, realiza, por ejemplo, algunas apreciaciones sobre las palabras idiomáticas, esto es, a aquellos formantes cuyo uso está restringido al marco de una locución específica. Es el caso de fas y nefás y de íngrimo:
Né-fas, compuesto de ne y del latin fas, justo; de modo que la frase por fas ó por néfas, que es la única en que se usa esta palabra, quiere decir por lo justo ó por lo injusto, con razón ó sin ella (Rivodó 1883: 125).
[Sobre la palabra íngrimo] Concurre una circunstancia notable, y es que esta palabra casi nunca se usa en la conversación sino con el aditamento del adverbio solo de este modo íngrimo y solo, ó solo íngrimo, formando así una frase mui expresiva que indica la soledad absoluta en grado superlativo (Rivodó 1883:132). Ab-rupto solo se usa en la frase adverbial ex abrupto (Rivodó 1883: 159).
Cuando se aparta de su objeto predilecto de estudio, esto es, la composición, revela la vacilación terminológica habitual en la época para categorizar lo pluriverbal. Una prueba de ello es el tratamiento de las unidades que contienen el formante pro:
Pro se usa separadamente en algunas frases, tales como las que siguen:
Buena pro. Modo de hablar con que se saluda al que está comiendo ó bebiendo, y equivale á decirle buen provecho. También se usa en los remates de ventas, arrendamientos, etc.
Hombre de pro. Principal, honrado, sabio, ó útil á la sociedad.
En pro. Modo adverbial que significa a favor, contrapuesto á en contra.
Quid pro quo. Expresión latina que usamos para indicar que una cosa se sustituye ó entiende por otra, que se tiene por equivalente.
Pro témpore. Equivale á interinamente.
Pro indiviso. Modo adverbial que se usa hablando de las herencias en que aún no se han hecho las particiones. El uso vulgar convierte esta frase en un adjetivo, y dice, por ejemplo, terrenos proindivisos. (Rivodó 1883: 190-191)
Se demuestra que la frase es una categoría general que implica solo separación en la escritura. Cuando se indica además la categoría verbal, aparecen otros términos, como el de locución o modo, señal de que son un tipo de frases, pero fijas.
5. LOS ENTRETENIMIENTOS GRAMATICALES (1892), TOMO CUARTO
La serie se completa, como hemos apuntado arriba, con el “Entretenimiento décimo sexto” del tomo cuarto (1892) de sus Entretenimientos gramaticales. Este sigue la estructura mostrada en la Tabla 12.
Nota de tabla 37
Ese opúsculo está dedicado por entero ya a las yuxtaposiciones, esas unidades que aparecieron de forma inesperada en 1878 entre los compuestos, —su verdadero objeto de análisis— y que cobraron relevancia en la segunda edición, de 1883, hasta alcanzar un tratamiento monográfico ahora, en 1892.
Rivodó es consciente de su carácter pionero en este sentido y advierte de la novedad de este concepto en la tradición hispánica:
Poco hemos visto escrito por otros referente á las yuxtaposiciones; y estamos inclinados á creer que nada formal se haya publicado hasta ahora, en nuestro idioma, sobre esta materia. Tal circunstancia nos mueve á dar a la prensa estos apuntes, ampliativos de los que corren en el suplemento de la segunda edición de nuestra obra titulada Tratado de los Compuestos castellanos. (Rivodó 1892: 123)
La parte doctrinal está recogida fundamentalmente en la parte primera, mientras que la segunda se compone de listados de unidades que ejemplifican lo dicho anteriormente. Desde un punto de vista teórico, retoma los criterios empleados para distinguir compuestos de yuxtaposiciones (vid. supra Tabla 1).
Parece claudicar ante la difícil diferenciación de las categorías de compuesto y yuxtaposición compuesto, pues entiende que se confunden ordinariamente. Por ello, decide concentrarse definitivamente en la yuxtaposición frase, como ya apuntó en el TCC (1883), entendida como “combinación de dos ó más palabras, que en conjunto designan el nombre de una cosa; y que se escriben y pronuncian, no obstante, separadamente”. Los criterios que parecen identificarla son los que se exponen en la Tabla 13.
Para Rivodó, las yuxtaposiciones constituyen una categoría cuyas unidades prototípicas son fijas e idiomáticas, lo que justifica su consideración, desde postulados actuales, como categoría de la fraseología. Como él afirma: “Entre las yuxtaposiciones hai algunas que conservan un significado igual al de la frase de que provienen; pero también las hai que asumen un valor peculiar ó privativo, apartándose del recto que tendrían consideradas como voces aisladas. Estas últimas son las más características yuxtaposiciones” (Rivodó 1892: 127). Es decir: “mosca muerta” puede considerarse “frase” en la medida en que se designa con ello “la que ha cesado de vivir”, mientras que sería una auténtica yuxtaposición cuando se identifica “el individuo que aparenta ser de ánimo apocado” (Rivodó 1892: 128).
Sin embargo, dado que está inscrito en una corriente fundamentalmente morfológica, para distinguir las formaciones yuxtapuestas de aquellas que son ocasionales propone el uso del guion, recurso de evidente raigambre francesa: “mosca-muerta”. De hecho, considera erróneo unir en la escritura otras formaciones como “las frases ó locuciones prepositivas, adverbiales, conjuntivas e interjectivas” (por ejemplo, “entanto, nomás, noobstante, sinembargo”, pues las considera como otros casos de yuxtaposición y propone igualmente hacer uso del guion en estos casos.
La dificultad radica en decidir si una unidad es fija o no y, por ende, si aplicarle el guion. Trata de orientar en este punto al lector y, para ello, a) señala “como tesis general, que la yuxtaposición designa el nombre de un objeto, y la frase agrega ó especifica alguna circunstancia ó cualidad del objeto”, es decir, diferencia entre significado idiomático en el primer caso y composicional en el segundo; b) presenta algunos casos que pueden identificarse como norma general como yuxtaposiciones, que ordenamos en la Tabla 14.
Es muy importante destacar que hay unidades de la Tabla 14 que han pasado a ser yuxtapuestos al final de este proceso, pues inicialmente eran considerados compuestos en el TCC (1878). Este ha sido el camino que estas unidades han descrito a lo largo de la serie.
En definitiva, el uso del guion pasa a ser la característica definitoria de las yuxtaposiciones, más que un rasgo formal que se manifiesta como consecuencia de otras cualidades de tipo prosódico o semántico: “En las voces compuestas, propiamente dicho, no se interpone el guión; en las meras frases, tampoco”. Las frases ó locuciones, por su parte, se definen frente a las yuxtaposiciones frases por ser siempre fijas e idiomáticas y por ello, aunque se parezcan a las yuxtaposiciones, no termina de asimilarlas y les concede implícitamente una categoría aparte. Estas cualidades se comprueban a partir de determinadas pruebas:
a) En el caso de las combinaciones de sustantivo y adjetivo, por el valor especial que este último adquiere al funcionar en dicha combinación. Por ejemplo,
Agua dulce. No quiere decir que sea dulce tal agua, ó que esté endulzada; sino que este calificativo sólo sirve para distinguir el agua común de la salada ó del mar, y de la salobre (Rivodó 1892: 151).
b) En el caso de las combinaciones de adjetivo y sustantivo, por la imposibilidad de cambiar la colocación del adjetivo, bien porque resulte agramatical o inusitada, como en
Media naranja. «Persona que se adapta tan perfectamente al gusto y carácter de otra, que ésta la mira como la mitad de sí propia». En especial se dice entre personas de distinto sexo (Rivodó 1892: 163),
bien porque el significado varíe con la inversión:
Pura sangre. Sangre pura.
Pura sangre, se usa tomando el sustantivo sangre en el significado de raza ó linaje; y en especial se dice caballo pura sangre, expresión que hemos tomado del francés. Sangre pura se dice en sentido recto (Rivodó 1892: 168).
Para ellas, por tanto, no prescribe el uso del guion, aunque, en el fondo, las considere yuxtaposiciones también.
6. CONCLUSIONES
La obra del venezolano Baldomero Rivodó constituye un testimonio de la enorme dificultad que ha representado para los gramáticos la categorización de las formaciones pluriverbales y, en especial, las de índole nominal. Quizá por su formación autodidacta y por su dedicación tardía a las cuestiones lingüísticas, Rivodó se apartó en aquello que quiso de la doctrina oficial y de las fuentes gramaticales canónicas y se aventuró en la difícil empresa de clasificar de forma pormenorizada los compuestos del español, a imitación de lo que ya por esa misma época había hecho en Francia Arsène Darmesteter.
Al adaptar los postulados del maestro francés, pero guiado principalmente por la noción tradicional de composición, tropieza con el sugerente hallazgo de la yuxtaposición, que abre una ventana a la codificación de un gran número de estructuras que no se ajustan exactamente a la categoría primaria de compuesto. Pero da la impresión de que, una vez diseñado y ya
avanzado su libro conforme a un plan inicial, se propone incluir a toda costa este recurso y lo termina encajando de algún modo en un lugar residual y, por ende, inapropiado. A continuación, da muestras de su creciente interés por este fenómeno y en los textos siguientes, que conforman lo que hemos considerado una serie textual, la yuxtaposición va ganando un espacio propio: adquiere un mayor peso específico en la segunda edición del TCC (1883) y termina alcanzando un tratamiento exclusivo y diferenciado en el “Entretenimiento décimo sexto” de 1892.
A medida que avanza en su producción comprobamos cómo va perfilando progresivamente su clasificación de los fenómenos pluriverbales. Tras una primera distinción básica entre compuestos y frases, basada en la escritura unida o separada de sus componentes, la yuxtaposición ocupa un espacio intermedio, que se intenta asimilar al empleo del guion, con el objetivo de asociarle también una marca ortográfica propia y ostensiva. Pronto se da cuenta, no obstante, de que existen zonas intermedias también entre ellos, como el propio Darmesteter había puesto ya de manifiesto, y el sistema de tres categorías (compuesto, yuxtapuesto, frase) pasa a tener cuatro en la segunda edición del TCC, con sus términos correspondientes (compuesto, yuxtaposición-compuesto, yuxtaposición-frase, frase). A ellas se une además la categoría de la locución, muy presente en la tradición gramatical hispánica, que en ocasiones se confunde con la noción de frase, pero otras veces adquiere un valor especializado distinto.
Su categorización resulta, pues, audaz, en tanto que trata de poner orden en una realidad muy compleja, pero termina siendo expuesta de forma bastante atropellada. Su teoría choca con la terrible casuística propia tanto de la morfología como de la fraseología del español: al tiempo que se encuentran ejemplos, aparecen contraejemplos que echan por tierra todo el edificio teórico levantado y que le llevan incluso a tomar decisiones normativas contrarias al uso: el guion, por ejemplo, que habría de ser un mero recurso diacrítico que revelara diferencias de calado gramatical o semántico, se utiliza para diferenciar caprichosamente las yuxtaposiciones-compuestos frente a los propios compuestos, por una parte, y frente a las yuxtaposiciones-frases o incluso las frases, por otra.
En suma, en torno a la categoría general de yuxtaposición, Rivodó reúne conceptos fraseológicos, como el de las locuciones o modos adverbiales (y también prepositivas, conjuncionales o interjectivas) y postulados novedosos para la gramática española, como el de la yuxtaposición frase para conformar toda una teoría de lo pluriverbal. Partiendo de una base gramatical común, constituye en cierto modo el punto de partida de dos perspectivas teóricas que se estaban gestando en esa misma época, pero que seguirán caminos distintos a lo largo del siglo XX: el de la formación de palabras y el de la fraseología.
Resumen:
1. INTRODUCCIÓN: DOS TRADICIONES TEÓRICAS ANTE LOS COMPUESTOS 2
2. LA FIGURA DE BALDOMERO RIVODÓ
2.1. Perfil biobliográfico
2.2. Baldomero Rivodó ante la yuxtaposición: canon y serie textual
3. LA PRIMERA EDICIÓN DEL TCC (1878)
3.1. Palabras y compuestos
3.2. Compuestos / frases
3.3. Compuestos / yuxtaposiciones
3.4. ¿Frases / locuciones?
3.5. Fuentes no declaradas: Arsène Darmesteter
4. LA SEGUNDA EDICIÓN DEL TCC (1883)
4.1. Cambios sobre la yuxtaposición
4.2. Otras informaciones sobre fraseología
5. LOS ENTRETENIMIENTOS GRAMATICALES (1892), TOMO CUARTO
6. CONCLUSIONES